PREPARACIÓN, SIEMBRA Y MANEJO DE LOS ALMÁCIGOS

El almácigo no es otra cosa que un pequeño espacio al que le damos condiciones adecuadas (óptimas) para garantizar el nacimiento de las semillas y el crecimiento inicial de las plántulas. Debe procurarse un cuidado inicial especial para que no existan problemas en el desarrollo de las plantitas.
Para hacer los almácigos utilizaremos sustratos preparados con mayor detalle que lo indicado en la clase anterior. No se pueden dejar partículas muy grandes ni pesadas, porque éstas no permitirían la emergencia de las plantitas recién nacidas. Las condiciones de humedad deben ser más controladas, ya que ni las semillas ni las plantas recién nacidas se desarrollarían si no tienen la cantidad de humedad suficiente. El sustrato utilizado para hacer los almácigos en HHP debe ser muy suave, limpio y homogéneo. Se lo debe nivelar muy bien para que al trazar los surcos y depositar las semillas no queden unas más profundas que otras; esto afectaría la uniformidad del nacimiento y del desarrollo inicial.
No se deben hacer almácigos en tierra para luego trasplantarlos a sustratos hidropónicos. Las plantas que se van a trasplantar en hidroponía se deben hacer en los sustratos sólidos descritos para HHP en la Clase 3. Una vez llena la caja o semillero con el sustrato se procede a hacer un riego suave y a trazar los surcos. La profundidad y la distancia a la cual se tracen depende del tamaño de la semilla y del tamaño de los primeros estados de la planta (Ver Anexo VI).
Siembra del almácigo
A continuación se dejan caer las semillas una por una dentro del surco, a las distancias recomendadas en el Anexo VI para cada especie. Siembre los almácigos sin prisa, dado que todos los cuidados que se tengan serán compensados con un número elevado de plantitas sanas y vigorosas.
Luego de sembradas las semillas, con la palma de la mano se apisona suavemente el sustrato para expulsar el exceso de aire que pueda haber quedado alrededor de la semilla y aumentar el contacto de la misma con el sustrato. Después de este apisonamiento suave se riega nuevamente y se cubre el almácigo con papel de periódico en épocas normales y con papel más un plástico negro en épocas de temperaturas muy bajas, para acelerar un poco la germinación (ver toda la operación en el Diagrama 5).
Cuidados del almácigo
Durante los primeros días después de la siembra, el almácigo se riega una o dos veces por día para mantener húmedo el sustrato. El mismo día en que ocurre la emergencia de las plantitas se descubre el germinador y se deja expuesto a la luz, debiéndose protegerlo de los excesos de sol o de frío con una sencilla cobertura en las horas de mayor riesgo de deshidratación o de heladas. Si el destapado del germinador no se hace a tiempo (el día que se observan las primeras hojitas) las plantitas se estirarán buscando la luz y ya no servirán para ser trasplantadas. Estas plantas con tallos con apariencia de hilos blancos nunca serán vigorosas ni darán lugar a buenas plantas adultas.
A partir del nacimiento deben regarse diariamente, utilizando solución nutritiva en la forma en que se explicará en la clase 6. Dos veces por semana se escarda (romper la costra superficial que se forma en el sustrato por efecto de los riegos continuos) y se aporca (acercar tierra a la base de la planta) para mejorar el anclaje de las plantas y el desarrollo de sus raíces. También se previenen y controlan las plagas que pudieran presentarse hasta que las plantas lleguen al estado ideal de ser trasplantadas en los contenedores definitivos. Esto ocurre aproximadamente entre los 20 y 40 días después de la germinación, dependiendo de las especies y de las condiciones del clima.
Endurecimiento de las plántulas
Unos cinco días antes del trasplante se disminuye la cantidad de agua aplicada durante los riegos y se les da mayor exposición a la luz para que consoliden mejor sus tejidos y se preparen para las condiciones más difíciles que afrontarán cuando hayan sido trasplantadas. Este proceso se llama endurecimiento de las plántulas. Al hacerlo hay que tener la precaución de que el proceso no cause trastornos a las plantas. No se suspende el suministro de nutrientes ni las escardas, sólo se disminuye la cantidad de agua y se exponen más al sol. El desarrollo final de un cultivo depende, en gran parte, del buen manejo que se le dé a los almácigos y del oportuno y cuidadoso trasplante al sitio definitivo.
Siembra directa
Como fue explicado anteriormente (Anexo V) no todas las especies necesitan almácigos para desarrollar sus primeras semanas de vida. Existen algunas especies que se siembran directamente en el sitio definitivo. Estas especies no resisten el trasplante o desde el comienzo se desarrollan con mucho vigor y no requieren cuidados especiales que garanticen sus primeros días de vida. Lo contrario, en cambio, ocurre con aquellas especies que tienen semillas muy pequeñas y, por lo tanto, dan lugar a plantitas débiles en los primeros días de vida. Otras especies se adaptan indistintamente a los dos sistemas: el trasplante o la siembra directa. Entre las especies que necesitan siembra en almácigo y trasplante están: albahaca, apio, brócoli, cebollas, coliflor, lechugas, pimentón, repollo y tomate. Algunas de las especies que se adaptan a la siembra directa son: arvejas, cilantro, frijoles (porotos), frutilla (fresa), melón, sandía, rabanito y zanahoria. Las especies que se adaptan a los dos sistemas son menos: nabos, colinabos y remolacha (betarraga).
Semillas
Las semillas que se utilizan en HHP son las mismas que se usan en la horticultura tradicional. Debe tratarse de sembrar semillas producidas y distribuidas por casas comerciales semilleristas de reconocida trayectoria, pues no deben sacrificarse las ventajas del sistema hidropónico utilizando cualquier tipo de semilla. A excepción de algunas semillas híbridas, como las de tomate, la mayoría de las semillas tiene un costo reducido (por unidad llega apenas a ser unos centavos). Pretender hacer ahorros en los costos de las semillas trae generalmente más perjuicios que beneficios. Es importante comprender que la preparación, siembra y manejo de los almácigos es una etapa fundamental en el desarrollo posterior de la planta. Se debe tener mucho cuidado con el sustrato, la siembra, el riego, la regulación de los excesos de luz y temperatura y con la prevención y control de las plantas para obtener plantas sanas y vigorosas que nos garanticen buenos rendimientos en el tiempo adecuado.