Estos permiten a amas de casa de Monseñor Nouel, producir exitosamente ajíes y tomates.
Invernaderos construidos con materiales rústicos y de desecho, permiten a amas de casa de zonas rurales de Monseñor Nouel, producir exitosamente ajíes y tomates dentro de un proyecto piloto auspiciado por la Fundación Falcondo.
Así se demuestra que cultivar en invernadero también puede hacerse con calidad en zonas de baja altitud.
Unas 115 familias se han beneficiado de los invernaderos levantados con materiales disponibles en cualquier parte y han provocado que otras comunidades se motiven a integrarse a este programa que les enseña a cultivar a bajo costo y en forma rentable.
Estos invernaderos demuestran que es posible la transferencia tecnológica y diversificación de la producción. También estimulan la creación de nuevos negocios agrícolas y que se contribuya a la seguridad alimentaria de la zona. Fundación Falcondo proporciona con este programa los recursos necesarios y asistencia técnica para alcanzar un mayor ingreso familiar en la unidad de producción.
Unos 52 quintales de ají y alrededor de 400 libras de tomate vendidos en la primera etapa y muchos más por cosechar, son parte de los resultados de los invernaderos comunitarios, que además han servido de estímulo para que iniciaran otros pequeños invernaderos privados en los patios de las propiedades familiares.
Las socias de los clubes de madres Nuevo Renacer y Santa Ana, de las comunidades de Los Jengibres y Peñaló, dicen que “ ya Bonao no tiene que esperar a recibir ni ajíes ni tomates de otros lugares, porque con los invernaderos podemos suplir estos productos”.
Carmen Melania Sánchez, una de las socias en la comunidad de Peñaló relata que “ el equipo técnico de la Fundación Falcondo viene un día a la semana y los otros días nosotras somos las que los manejamos”. Y agrega: “Aunque tengo mi propio invernadero en el patio de mi casa, voy a seguir trabajando en el invernadero de la comunidad, para que todas las personas se sigan beneficiando y para seguir aprendiendo y aportando, por que yo sé que muchas mujeres de la comunidad quieren mejorar las condiciones de sus familias”.
“¿Quién iba a decir que nosotras las mujeres de Peñaló íbamos a poder manejar un invernadero y producir ajíes y tomates de calidad?, se preguntó.”
Carmen Melania, con su experiencia personal, de hacer el primer invernadero privado, motivó a unas 12 compañeras amas de casa.
Éstas al ver el invernadero de la Asociación y los beneficios que daba, que desarrollaran de manera individual un pequeño invernadero rústico en su propiedad, ya han visto establecida su producción a nivel comercial.
A tres años de ensayo, y al ver la valentía de Melania Sánchez al arriesgar lo poco que tenía en la búsqueda de algo mejor para su familia, las cosas han mejorado en Peñaló y Los Jengibres.
Algunas han logrado construir o mejorar sus viviendas, y suplir algunas de las necesidades básicas del hogar.
Además se ha establecido un pequeño fondo de préstamos con la asesoría de la Fundación, para que otras personas de la comunidad también se beneficien de estos ingresos e inicien sus propias actividades productivas. La oportunidad de crecimiento que generan las comunidades es parte fundamental de los objetivos del programa.
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Desarrollo Individual
Con su programa de invernaderos rústicos, La Fundación Falcondo se compromete con el desarrollo individual del ser humano, garantizando un mejor futuro y una mayor calidad de vida a la sociedad.
El reto consiste en llevar este modelo a otros lugares donde tantas personas buscan maneras dignas de ganarse la vida, con capacidad gerencial para pequeños negocio